jueves, 7 de abril de 2011

Carmen Calvo, con nosotros

El silencio
En la Puerta de Brandeburgo de Berlín, una de las ciudades más interesantes que conozco y en la que la Historia se presenta de un modo más gráfico, existe una pequeña capilla en el lateral derecho de la propia Puerta, según se accede por el Paseo de los Tilos: el Lugar de Silencio. Se trata de una pequeña estancia con paredes azules y alguna inscripción literaria en dorado. Lo que resulta más impresionante allí, sin embargo, no son las percepciones visuales, sino el estado de quietud que se respira nada más entrar.En términos de los patrocinadores, el Lugar de Silencio tiene dos objetivos. Por un lado, la posibilidad de relajarse y olvidarse del estrés de la gran ciudad. Por otra parte, aprovechando su emblemático emplazamiento, quiere simbolizar un llamamiento a la tolerancia y no violencia. Con la caída del Muro de Berlín, en 1989, la Puerta de Brandeburgo se erigió como símbolo de un futuro pacífico y común para las dos Alemanias y para toda Europa.Actualmente, pasamos del silencio. Pasamos todos, se le trata como a esa persona sombría y gafe de la que se huye en las reuniones sociales. Esta estrategia incluye horas de conversación, a veces a gritos, por teléfono; decibelios de música a todo gas; Play Stations con bandas sonoras atronadoras; discotecas; salas de gimnasios; cines; MP3; televisiones que nunca descansan; acaloradas discusiones en vivo y en privado; tiendas de ropa con nombres extranjeros; tubos de escape, quiero decir: que callamos para dormir y poco más. Una de las consecuencias de esto es que, con ruido exterior, resulta bastante difícil pensar. ¿Nos da miedo quedarnos a solas con nosotros mismos? ¿Es más cómodo no saber que hay ‘ahí adentro’? Sencillamente, ¿no hay tiempo para todo esto?Sea como fuere, al silencio no se le da su sitio. Podría estar bien tener más espacios como el de Berlín…, aunque fuera por probar algo distinto, gratuito y saludable.

Carmen Calvo es periodista y ha trabajado como redactora en el Diario de Cádiz, en la SER en Madrid- participando en el programa “La hora 25 de los negocios”- en Onda Cero Madrid, en CNN+ y en Radio Cádiz de la Cadena SER. Actualmente es la jefa de prensa de la delegación provincial de Empleo de la Junta de Andalucía.



1 comentario:

  1. Estoy totalmente de acuerdo con mi compi. Como el verdadero silencio suele ir unido a la soledad, a estar con nosotros mismos, yo diferenciaría entre la soledad querida o deseada y la soledad impuesta. La segunda es la que suele dar miedo, bien porque la persona no se siente a gusto con su mundo interior, o bien porque necesita permanentemente de los demás, para su realización personal; en estos casos, quien tiene dificultad para estar rodeado de gente, lo pasa realmente mal. Pero la primera de las soledades, la deseada, creo que es, no sólo conveniente y saludable, sino necesaria (de vez en cuando, claro); nos ayuda a relajarnos, a mirarnos hacia dentro, a meditar, y a desintoxicarnos de ese exceso de decibelios con que nos atrapa la ciudad. Un silencio compartido, también es, a veces, necesario; podemos estar juntos, sin mediar palabra, y decírnoslo todo con la mirada. Pero no estamos acostumbrados; subimos en el ascensor, y para matar el incómodo silencio...hablamos del tiempo.

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