lunes, 11 de abril de 2011

Non ignoravi me mortalem genuisse

"Siempre he sabido que soy mortal"-Non ignoravi me mortalem genuisse-Así contesta Marco Tulio Cicerón a los verdugos que vienen a buscarle para acabar con su vida. No corre, no sale huyendo, se entrega con calma para evitar poner en peligro la vida de los hombres que llevan tanto tiempo tratando de protegerlo. Siempre he sabido que soy mortal, les responde Cicerón a los asesinos, después de que estos muestren su asombro por la facilidad con que se entrega a quienes han venido a acabar con la vida del último defensor de la libertad en Roma. Porque Cicerón hace tiempo que se retiró de la vida pública, tras decidir que se había agotado su tiempo. Para escribir sus memorias, leer, meditar sobre su fructífera vida. Pero aquellos que quieren preservar a Roma del acecho de la dictadura, le convencen para que abandone este retiro dorado y contribuya con su sabiduría a restablecer las libertades en Roma. Ah!, pero la tentación del poder es demasiado y grande...y después de pactar un triunvirato, los mismos que convencen a Cicerón para volver a la política, deciden asesinarlo e instaurar la dictadura, traicionando los ideales de la República a la que creían servir. Todo a cambio de la promesa del poder ¡Cuánta actualidad tiene esta historia a pesar de que acontece en el año 44 a.d.C! Marco Tulio Cicerón, el hombre que afirma que la armonía de la res pública "sólo puede producirse si el individuo en lugar de tratar de sacar provecho personal de su puesto público, antepone los intereses de la comunidad pública a los privados", entrega su cabeza a los traidores. Así nos lo cuenta Stefan Zweig en los Momentos estelares de la humanidad", en el capítulo que lleva por nombre "Cicerón" donde se narra la grandeza de un hombre de estado del que ya no queda ni el más leve vestigio....

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